El futbol yucateco en los años 50. Quienes jugaban y còmo empezò a cambiar ( 2a parte )
FIN DEL SISTEMA "W M" Y LLEGA EL 4-2-4. -POCA FORTUNA EN TORNEOS NACIONALES-CARLOS ITURRALDE CAMBIA EL METODO DE ENTRENAMIENTO -LA ESCUELA MODELO REGRESA CON BRILLO A LA 1a FUERZA. -COPA "BALBINO MENA" CON ONCES DEL SURESTE.
Por: Gabriel Zapata Bello
Para la segunda mitad de los cincuentas el futbol yucateco habìa sentado finalmente sus cimientos en el ambiente deportivo local, ya que ganaba mayores espacios periodísticos asì como tambièn por el hecho de que se incorporaban nuevos sectores de jóvenes practicantes al deporte de las patadas.
En estos años no solamente jugaban al soccer los estudiantes
(Universidad, FEY, Escuela Modelo,
Colegio Montejo) y los jóvenes de diversos rumbos meridanos (River Plate, Càmara Junior, Deportivo Peninsular), sino que tambièn habìa oncenas de militares
( Escuadròn Aereo y 32ª Regiòn
Militar), comerciantes ( Talleres
Internacional, Perfumerìa Shulton) asì como equipos de seminaristas y
futuros sacerdotes (Seminario y Colegio
Central).
Si bien habìan colgado los
botines en esa època grandes jugadores de la talla de “Pilo” Lara, “Poncho”
Zaldìvar, “Manducho” Martìnez y Pedro Gurrutia, entre otros, surgiría en estos
años una nueva camada de jugadores locales con talento y condiciones atlèticas,
reforzados ahora con mayor técnica, misma que introdujo a los entrenamientos
Carlos Iturralde Rivero, quien jugaba sus últimas temporadas con
el Necaxa y el Atlante de 1ª división nacional, pero que cada vez que podía se
trasladaba a Mèrida, tanto para participar en encuentros amistosos, como para
compartir sus adelantos técnicos con los jugadores locales.
Destacarìan entonces jugadores como Manuel “Maravilla” Negroe, Humberto “Manal” Gamboa, Antonio “Puma” Castro, Gonzalo “Chalo” Gamboa, asì como a dos verdaderos cracks de la época, el veloz y letal delantero Carlos “Chaparro” Rìo y el talentoso y visionario mediocampista Hèctor “el Chivo” Casellas, siendo estos dos ùltimos quienes aprovecharon al máximo los entrenamientos enfocados en una mayor tècnica con el balòn que impuso Iturralde, a diferencia de los entrenamientos tradicionales basados únicamente en la condición física.
El campeonato estatal se jugaba tanto
en categoría máxima –llamada entonces 1ª división-, la 2ª y 3ª fuerzas, como en
juveniles e Infantiles, siendo todos los juegos en sábados y domingos, en el campo
del Estadio Salvador Alvarado.
El torneo 1954-1955 tuvo como
campeón al Deportivo Peninsular,
quien despuès de una pausa competitiva, habìa retornado a la categoría máxima con un cuadro
experimentado, que en las últimas jornadas pudo despegarse de Càmara junior, de Universidad, del Colegio Montejo y del Escuadròn
Aèreo para afianzarse en el liderato general. El Deportivo, de larga tradición en el balompìe local, era patrocinado
en esta edición por la Tintorerìa España
del sr. Moisès Gonzàlez, para continuar la labor que los hermanos Duch habìan
realizado con esta oncena una década atrás.
En el año de 1955 arribò a nuestros lares, para siempre, Antonio Herrero Saus, personaje multifacètico que tanto en las canchas como en las tarimas artìsticas, dejò una huella positiva perdurable por sus enseñanzas y dedicaciòn, hacia la juventud de nuestro medio.
Herrero, quien militò con las fuerzas inferiores de su Barcelona natal, formò los equipos infantiles y juveniles del Colegio Central, del cual surgirìan destacados jugadores de la màxima categorìa local, para que años despuès dirigiera las oncenas el Instituto Tecnològico de Mèrida, el cual con justicia, impusiera su nombre a la cancha de dicha instituciòn.
En mayo de 1955, despuès de ocho
años de ausencia, el balompié yucateco retornaba a una competencia nacional, el
Torneo Nacional Amateur categoría B, que se realizò en Cuernavaca, Morelos. La
AYF mandò a un cuadro basado en el Deportivo
Peninsular apuntalado con algunos jugadores de Universidad y de la Modelo
(campeón invicto durante dos años consecutivos en 2ª división), sin embargo, el
ànimo no fuè suficiente, ya que cayeron en sus tres encuentros y regresaron
únicamente con la experiencia de participar.
No todo fueron malas notas para
los yucatecos, ya que destacó en ese campeonato el “Chaparro” Rìo quien anotò 6
de los 9 goles de los yucatecos y quien mereció una nota del prestigiado medio
deportivo nacional, La Aficiòn,
intitulada: “Carlos Rìo de Yucatàn, es el
equipo”.
Rìo, quien iniciò su carrera
futbolística con la Escuela Modelo en
1950 y la culminò a fines de los sesentas con el CUM, destacó por su explosivo y veloz juego asì como por su
dribling, mismos que le sirvieron para anotar cientos de goles con varias
oncenas y seleccionados locales, lo que le mereció ser conocido por los medios
locales como “El Acorazado de Bolsillo”,
por su letalidad para perforar las metas contrarias.
En las siguientes temporadas, la
Escuela Modelo recuperarìa sus blasones al obtener el bicampeonato de Liga y de
Copa de la màxima categorìa estatal en las temporadas 1956-1957 y 1957-1958. La
escuadra estaba integrada por un vigoroso puñado de jóvenes modelistas muy bien
conjuntados, pues desde años atrás jugaban en las categorías inferiores, bajo
la dirección de Juan N. Cuevas, habiendo incluso ganado de manera invicta el
título de 2ª fuerza en los años de 1954 y 1955.
En la campaña 1956-1957, recién
ascendida, la Escuela Modelo debutò
con par derrotas frente al Escuadròn
Aereo y frente al Colegio Montejo,
pero se repusieron a partir de entonces con una goleada de 7 a 1 al Deportivo Peninsular y de ahì empezaron
una ruta ascendente en el torneo que les valiò coronarse campeones al vencer a
la Universidad por 3 a 2.[1]
Escuela Modelo, despues de cuatro años de ausencia en la màxima categorìa, regresarìa con el bicampeonato 1956-1957 y 1957-1958, bajo la direcciòn de Juan N. Cuevas. |
La Modelo estaba integrada en
esos años por Oswaldo “Satanàs” Cervera, Fernado "Chino" Medina y Raul "Huach" Muñoz en el arco; los defensas Ivan “Flux” Rivero, Enrique Real y Miguel Casellas ; los mediocampistas Ermilo
“Chebo” Echeverrìa, Ramiro Casellas, Juan Marrufo, Josè Brito y Enrique “Chicas” Mendoza, y sus
atacantes Gonzalo “Chalo” Gamboa, Rafael "Cantinflas" Real, Gonzalo Castaldi, Josè Ocampo y
Hèctor Casellas Fitzmaurice.
En el conjunto albiazul destacaban
los tres hermanos Casellas: Ramiro, Miguel y Hèctor, siendo este ùltimo quien
tenía la manija de la oncena modelista en la media cancha y en el ataque.
Hèctor Casellas, el mejor jugador
modelista de 1954 a 1970 e infaltable en los seleccionados yucatecos en ese
perìodo, fuè un jugador adelantado para su época ya que a pesar de ser nominalmente un atacante, leìa
perfectamente los partidos y se retrasaba en las lìneas para convertirse en un
volante que iniciaba los ataques de su equipo desde la media cancha, con un
manejo impecable del balón, tanto para conducir como para pasar y que con su poderoso disparo de larga distancia diò la mayoría de las
victorias al cuadro de Paseo de Montejo durante eso años.
A mediados de los cincuentas se
daría uno de los principales cambios tácticos en el futbol mundial y que muy
pronto se ensayarìa en el ámbito local. Durante varias décadas se jugaba el
clásico sistema del W M, es decir,
formando a 2 defensas, 3 mediocampistas y 5 atacantes, siendo dos de estos
extremos muy abiertos a las bandas; asì se jugò durante casi toda la mitad del
siglo XX.
En el Campeonato Panamericano de
1952 realizado en Chile, la selecciòn brasileña sorprendió a los demás
contendientes con un sistema 4-2-4 que no sacrificaba el ataque, sino que lo
mejoraba a través de las incorporaciones de los 2 defensores laterales que
jugaban y atacaban a banda completa ( hoy llamados “carrileros”). [2]
Para 1958 los brasileños ya
habìan madurado este sistema que aflorò en definitiva en el Campeonato Mundial
de Suecia; bajo la dirección del "Gordo" Vicente Feola y teniendo como punta de lanza a
un joven Pelè, los cariocas
revolucionaron el juego y obtuvieron la Copa, ya que enfocaron mejor el ataque
y acentuaron la libertad de los delanteros al cuidarse mejor la zona defensiva
con 4 zagueros. [3]
En los años finales de los cincuentas, las oncenas locales empezaron a ensayar el sistema 4-2-4 en sus esquemas, por lo que los entrenadores de los equipos y representativos yucatecos de esos años como Alfonso Sànchez Tello, Felipe Sànchez Duarte, Juan N. Cuevas, Antonio Herrero y otros, siguieron la propuesta de Carlos Iturralde de sustituir los fatigosos entrenamientos basados en la condición atlètica por los entrenamientos enfocados a una mejor ubicaciòn en el campo, a la posesión y al control del balòn asì como a la precisión al pasar el balòn con pases largos.
En septiembre de 1957 el Gobierno
de Veracruz realizò los 1os Juegos Deportivos Juveniles del Golfo, un
interesante formato de competición en varias disciplinas al cual asistieron los
estados colindantes con la mas grande bahía mexicana, desde Tamaulipas a
Yucatàn, incluyendo a Veracruz, Tabasco y Campeche. El profesor Max Molina
Fuente, director de educación física del estado y la AYF designaron como
seleccionador local a Felipe Sànchez Duarte, un entusiasta atleta y entrenador
de futbol de la Escuela Modelo que ademàs era subcampeón nacional de
halterofilia en peso gallo.
El evento era para deportistas de
21 años y menores y nuestros futbolistas llevaron una oncena juvenil basada en
los campeones modelistas de 1ª división con algunos de sus jugadores de 2ª fuerza
para cumplir el requisito de la edad, sin embargo, los otros seleccionados
rivales prefirieron llevar equipos altamente competitivos reforzados con
jugadores del centro y occidente del país y que tampoco cumplían el rango de
edad establecido.
El resultado para los futbolistas yucatecos fuè de 4 derrotas, quedando en 5º y ùltimo lugar, habiendose situado el equipo de Tamaulipas como campeón invicto de dicho encuentro. En otros deportes como el atletismo, el béisbol y el básquet, los yucatecos tuvieron mejor desempeño.[4]
[1] El
Futbol modelista..., Novedades de Yucatàn, 23 de julio de 1978, 4ª secc., p.4.
[2] Mera Carrasco,
Julio, 4-2-4 y su variante 4-3-3,
Editores Mexicanos Unidos, 1962, p.29.
[3] El Gordo redentor, en Revista Panenka,
num.98, Barcelona, 2020, p.104.
[4] Diario
del Sureste, Brillante actuación de
nuestros atletas en Jalapa, 29 de sept. de 1957, p.10.
(5) Diario del Sureste, Resultados del trofeo Balbino Mena, 14 de agosto de 1958, p.10.
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