Ingeniosa forma de dejar sin efecto un amparo que impedía continuar la Avenida más importante de México
Toma aérea de la Col.San Rafael en la que aparece la calle Ramón Guzmán (marcador 6) antes de convertirse en Insurgentes Centro; abajo el Regente Ernesto P. Uruchurtu enseña una obra al Presidente Ruiz Cortines.
Gabriel Zapata Bello
En
la época del llamado “milagro mexicano”, etapa en que el país tuvo un amplio desarrollo
económico y México se transformó de una sociedad rural a una urbana, gobernó la
capital del país durante 14 años (1952-1966) Ernesto P. Uruchurtu, el “Regente
de Hierro”.
Durante
sus años en la administración capitalina, Uruchurtu realizó obras y
servicios públicos que son de gran utilidad para la mayor urbe del país,
entre ellas el Viaducto Piedad (ahora Miguel Alemán), el Periférico, la Calzada
de Tlalpan, la ampliación de la avenida Reforma y la 2ª sección del Bosque de Chapultepec,
así como 180 mercados públicos, los Museos de Antropología, Historia Natural y
el de Historia de México, así como importantes centros deportivos como la
Ciudad Deportiva Magdalena Mixiuhca, el Autódromo Hermanos Rodríguez y el Bosque de Aragón.
Uruchurtu
imprimió su personalidad reservada, enérgica y austera a su administración lo
que demostraba con inflexibles campañas y acciones contra la prostitución, el
alcoholismo y las invasiones de predios.
En
aras de mejorar el trazo urbano de la capital del país, en 1956 se proyectaba
conectar la avenida más importante de la capital, Insurgentes, la cual atraviesa
toda la ciudad de norte a sur, sin embargo, estaba interrumpida por un tramo de
aproximadamente 100 metros de una calle denominada Ramón Guzmán, antes del
cruce con la calle de Puente de Alvarado.
Para
conectar Insurgentes Sur con Insurgentes Norte, era necesario demoler
algunos predios y negocios de esa calle para ampliar dicha vialidad. Uruchurtu
trató de llegar a un acuerdo con los propietarios, sin embargo estos se negaron
a vender sus edificios y locales. Ante la procedencia de una expropiación,
varios comerciantes y dueños de predios de esa calle interpusieron sus amparos
para impedir las demoliciones necesarias.
Pero
Uruchurtu además de buen abogado era un político decidido. Cierta noche, mandó
sorpresivamente una cuadrilla de obreros a cambiar las placas de la
nomenclatura de Ramón Guzmán poniendo
otras que decían Insurgentes Centro,
dejando sin efecto los amparos. [1]Por la
mañana llegó una brigada de demoledores con maquinaria pesada para echar abajo
los edificios con cuanto había adentro. Los inquilinos , como pudieron,
salieron cargando algunas pertenencias.
De
esta manera desapareció en una noche la calle del banquero impulsor del
ferrocarril durante el porfiriato, Ramón
Guzmán, y surgió la avenida Insurgentes
Centro que comprende desde San Cosme hasta el Paseo de la Reforma.[2]
La
ciudad y sus habitantes salieron ganando con esta importante obra, no así los
comerciantes y dueños de tales edificios, así como tampoco don Ramón Guzmán que
se quedó sin calle. Así se las gastaba el Regente de Hierro, Ernesto P.
Uruchurtu.
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