Frío en La Habana y Niebla en Mérida: inéditas suspensiones beisboleras- Polvo de Estrellas
Adolfo Luque del Almendares y Armando Marsans del Cuba BBC, ambos inmortales de la pelota cubana, programados para el único juego suspendido por frío en Cuba en enero de 1928; abajo, el majestuoso Parque Carta Clara que en 1953, de manera insólita, se oscureció con una espesa niebla durante un juego de la Liga Peninsular.
Gabriel Zapata Bello
Dicen
que en el beisbol hasta que no cae el último aut todo puede suceder
deportivamente, pero lo que uno menos puede imaginar es que los fenómenos
climatológicos jueguen su parte también.
*Sucedió
en la capital del mas cálido de los países tropicales del Caribe. El 2 de enero
de 1928 se jugaba el campeonato profesional del beisbol cubano y estaba
programado el encuentro entre el Almendares
y el Cuba BBC. [1]El
partido estaba señalado a celebrarse en el viejo templo de Almendares Park a
las once de la mañana, como todos los encuentros, ya que en ese entonces no existían
los campos iluminados con luz eléctrica.
Almendares había anunciado como abridor
al estelar Adolfo Luque, quien durante el verano jugaba en ligas mayores con
los Rojos de Cincinnati y por el Cuba su manejador Armando Marsans -el Ty Cobb cubano-programó al lanzador Casares .
Sin
embargo, esa mañana, los incipientes servicios climatológicos cubanos de
entonces marcaron una temperatura por debajo de los 2 grados centígrados en el
Centro de la Habana y de 1.5 grados en
el rumbo del Aeropuerto Boyeros, clima insólito en Cuba, por lo que por primera
y única ocasión en la pelota cubana se suspendió un encuentro por frío, para
desánimo de un centenar de fanáticos que desafiando el gélido clima se
presentaron al terreno, pero que inmediatamente corrieron a degustar sus buchitos o grecas de café cubano a las
cafeterías cercanas al estadio.
Al
final del torneo, los Leones de la Habana,
con los que jugaba un conocido de la afición mexicana, Martín Dihigo, fue el
campeón de la temporada 1927-1928 del beisbol profesional cubano.[2] El
lanzador del Almendares, el inmortal
Adolfo Luque, casi tres décadas después, sería el manejador de los Leones de Yucatán en la Liga Mexicana
1956.
*En
el otoño de 1953 se jugaba en el Parque Carta Clara de Mérida el encuentro
nocturno de la temporada de la Liga Peninsular entre Estrellas Yucatecas y el Motul cuando en la cuarta entrada, con
amplia ventaja de los motuleños, una espesa niebla invadió el campo que
oscureció en forma increíble el terreno de juego. Los jugadores no veían el
derrotero de los batazos que se convertían en dobles, triples y jonrones. [3]
Tony
Pacheco, el hábil manejador de las Estrellas
ordenó a sus jugadores de cuadro y jardineros guardar cada uno una pelota en
sus bolsillos o guantes para que, al escuchar el sonido de un batazo, se
desplazaran como su instinto les dijera y devolvieran una pelota simulando
haberla atrapado.
Los
motuleños pidieron al árbitro Pepe López Abad que detuviera el juego y que
acudiera a la fabrica de cerveza contigua al campo a verificar que las calderas
en las que se cocía el lúpulo de la cerveza eran quienes echaban los vapores que
oscurecieron el campo., sin embargo, la inspección solo sirvió para cerciorarse
que las calderas estaba apagadas, pues solo funcionaban en jornadas matutinas.
La espesa niebla fue un hecho insólito en el
beisbol local y el juego, aún con poca visibilidad se reanudó, llevándose la
victoria la novena motuleña
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